17 enero, 2009

Memoria sensitiva

En la navegación entre páginas personales, blogs, columnas de revistas o periodicos y libros estructurados, a veces me encuentro con líneas discontinuas de tiempo y emociones. El autor es un dios, controla lo que las palabras dicen, pone límites a la imaginación, a veces salvaje, de los lectores. Aún con todo este poder, es común, incluso en escritores experimentales encontrar disonancia entre líneas, parráfos, palabras y capítulos.

Hace poco, mientras escribia la historia "Curando el dolor" me percate que mencionaba varios objetos dentro de la escena, dandoles importancia, para después dejarlos olvidados o peor, poniendo el objeto en manos de uno u otro personaje sin una justificación verdadera. Así fue que el oso que toca "My hearth will go on" se volvió parte del lenguaje corporal de la chica, para mi era importante tener al oso en la escena, pero había un punto climax en la historia en que el lector podía percatarse de la desaparición del peluche sin justificación aparente. Recientemente leí una historia donde los dialogos perdían sentido, el dialogo iba más o menos así

" Shiryu se encontro con Shun en el pasillo del segundo piso, cuando el segundo salía de su habitación.
- No te aflijas Shun, mejor vamos a almorzar.
- Tienes razón Shiryu, ¿Almorzamos?"

En estas pocas líneas que transmiten una idea sencilla, se encuentra un error de "obviación", es decir, el autor tras presentar una invitación, regresa al mismo punto ahora en forma de pregunta. El ritmo de la lectura se rompe, quien, en sus cinco sentidos, responde a una invitación con la misma frase ahora en forma de pregunta.

Ahora que en un libro afamado, encontre una inconscistencia entre capítulos (también sostengo que no hay hilación entre uno de los siete libros de la serie) Dónde los protagonistas simplemente terminan en V al final del capítulo y al siguiente ya estan en Z sin que se explique como llegaron hasta ahí. El peor de los errores de esta misma saga, es que, después de una escena de acción, que transmite adrenalina y suspenso al lector, no hay un enfriamiento. Inmediatamente después de la pelea, en lugar de una escena donde la intensidad vaya bajando poco a poco, simplemente la autora pasa a otro capítulo sin dar cuenta de los sentimientos, pensamientos o reflexiones de los personajes acerca del suceso, dejando un gran espacio en blanco entre capítulos, y denotando insensibilidad hacia ese suceso especifico.

Pero, ¿Qué hacer para evitar estas inconsistencias? Antes que nada, conocer el entorno del personaje, ¿qué esta haciendo? ¿qué va a hacer? ¿necesita que ese objeto este en sus manos? ¿tiene relación el objeto con el sujeto? ¿hay historia detrás del objeto? ¿que siente el presonaje? Estas cuestiones no son tan dificiles de responder, dado que el autor es dueño del personaje, y por tanto del contexto de la historia del personaje. Una vez definido el contexto, lo demás es relativamente simple. Es igual a recordar dónde dejamos las llaves del auto, en el caso del dialogo, si el personaje A ya dijo "Vamos a almorzar" el personaje B puede contestar, "Acepto la invitación", así se evita la redundancia. En el caso del libro, exponer los sentimientos del personaje sobre la pelea o compartir el cómo toma las decisiones en ese instánte con el lector. Para el peluche debí ser consciente que puse ese objeto dentro de la escena y que cobro relevancia durante el desarrollo de la historia, también debí recordar la localización del oso y quien hacía que con se objeto.

Tener en claro lo que sucede antes y como se develaran los eventos, es una habilidad que en taller actoral llamabamos "Memoria Sensitiva". Saber, dónde estás, con quien estás y a dónde irás.

La verdad no es tan difícil como parece.

Bendiciones

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