Durante la preparatoria, forme parte del grupo de teatro escolar "La cuarta pared". En esos años, mi confianza y autoestima subieron mucho, me dejo de importar ser juzgada por los demás y comenzé a tomar mayores riesgos. Pero los años de prepa terminaron, y durante mis estudios de carrera, no forme parte de ningún grupo actoral.
Al iniciar mi proceso de sanación hace casi 2 años, además de ejercicio, busqué formar parte de un grupo teatral, no se daba la ocasión, debido a problemas de horario. Ahora, que cambie mi residencia y todo es más accesible, pude ingresar al taller actoral de "Al Trote". Y es cómo volver a empezar, ahora se como construir un personaje, como destrozar un texto para encontrar todos los contrastes emocionales y plasmarlos en el escenario, pero mi confianza bajo significativamente, estoy demasiado pendiente de lo que otros piensen de mi.
Pero para eso entré, porque todos somos actores, todos podemos subir y presentar una obra, pero interpretar, es desprenderse de uno mismo y dejarse llevar por lo que el texto dicta. Llorar sin sentir tristeza, enojarse riendo por dentro, o reir a pesar de estar deprimido. Jugar a ser alguien que no soy yo, y todo, siempre frente a un público que puede juzgarnos, o tal vez no. Y juzgará al personaje, más no al actor.
En la vida diaria pareciera que siempre estamos bajo la lupa, las personas nos juzgan de acuerdo a nuestra ropa, maquillaje, el póster que tenemos en la oficina o por palabras sueltas que captan en conversaciones. Lo cierto es que poca gente presta atención a lo que hacemos, después de todo, es nuestro asunto. Pero la vida es una obra de teatro, y el mundo nuestro escenario. Pocas personas nos conocerán realmente, pocas personas darán significado a nuestra personalidad. Las demás son simples espectadoras, solo nos verán un momento, compartiran un espacio sin realmente conocernos, y el único en el mundo que sabrán si la regamos, si nos equivocamos, si somos dignos de un aplauso o una rechifla, es nuestro YO.
Así como el actor es el único que sabe si improvisa o sigue el texto, el es el único que sabe si su risa muestra su felicidad o la saca de lo profundo de una tristeza, si los ojos de enamorado, son para quien tiene enfrente o los suspiros viajan, cruzando distancia y tiempo. Para los que disfrutan de la obra, solo ven, lo que quieren ver. A final de cuentas, el que más disfruta de un montaje actoral, es el actor mismo, los demás, solo vemos lo que queremos ver.
Bendiciones.
Al iniciar mi proceso de sanación hace casi 2 años, además de ejercicio, busqué formar parte de un grupo teatral, no se daba la ocasión, debido a problemas de horario. Ahora, que cambie mi residencia y todo es más accesible, pude ingresar al taller actoral de "Al Trote". Y es cómo volver a empezar, ahora se como construir un personaje, como destrozar un texto para encontrar todos los contrastes emocionales y plasmarlos en el escenario, pero mi confianza bajo significativamente, estoy demasiado pendiente de lo que otros piensen de mi.
Pero para eso entré, porque todos somos actores, todos podemos subir y presentar una obra, pero interpretar, es desprenderse de uno mismo y dejarse llevar por lo que el texto dicta. Llorar sin sentir tristeza, enojarse riendo por dentro, o reir a pesar de estar deprimido. Jugar a ser alguien que no soy yo, y todo, siempre frente a un público que puede juzgarnos, o tal vez no. Y juzgará al personaje, más no al actor.
En la vida diaria pareciera que siempre estamos bajo la lupa, las personas nos juzgan de acuerdo a nuestra ropa, maquillaje, el póster que tenemos en la oficina o por palabras sueltas que captan en conversaciones. Lo cierto es que poca gente presta atención a lo que hacemos, después de todo, es nuestro asunto. Pero la vida es una obra de teatro, y el mundo nuestro escenario. Pocas personas nos conocerán realmente, pocas personas darán significado a nuestra personalidad. Las demás son simples espectadoras, solo nos verán un momento, compartiran un espacio sin realmente conocernos, y el único en el mundo que sabrán si la regamos, si nos equivocamos, si somos dignos de un aplauso o una rechifla, es nuestro YO.
Así como el actor es el único que sabe si improvisa o sigue el texto, el es el único que sabe si su risa muestra su felicidad o la saca de lo profundo de una tristeza, si los ojos de enamorado, son para quien tiene enfrente o los suspiros viajan, cruzando distancia y tiempo. Para los que disfrutan de la obra, solo ven, lo que quieren ver. A final de cuentas, el que más disfruta de un montaje actoral, es el actor mismo, los demás, solo vemos lo que queremos ver.
Bendiciones.