28 febrero, 2009

Teatrera


Durante la preparatoria, forme parte del grupo de teatro escolar "La cuarta pared". En esos años, mi confianza y autoestima subieron mucho, me dejo de importar ser juzgada por los demás y comenzé a tomar mayores riesgos. Pero los años de prepa terminaron, y durante mis estudios de carrera, no forme parte de ningún grupo actoral.

Al iniciar mi proceso de sanación hace casi 2 años, además de ejercicio, busqué formar parte de un grupo teatral, no se daba la ocasión, debido a problemas de horario. Ahora, que cambie mi residencia y todo es más accesible, pude ingresar al taller actoral de "Al Trote". Y es cómo volver a empezar, ahora se como construir un personaje, como destrozar un texto para encontrar todos los contrastes emocionales y plasmarlos en el escenario, pero mi confianza bajo significativamente, estoy demasiado pendiente de lo que otros piensen de mi.

Pero para eso entré, porque todos somos actores, todos podemos subir y presentar una obra, pero interpretar, es desprenderse de uno mismo y dejarse llevar por lo que el texto dicta. Llorar sin sentir tristeza, enojarse riendo por dentro, o reir a pesar de estar deprimido. Jugar a ser alguien que no soy yo, y todo, siempre frente a un público que puede juzgarnos, o tal vez no. Y juzgará al personaje, más no al actor.
En la vida diaria pareciera que siempre estamos bajo la lupa, las personas nos juzgan de acuerdo a nuestra ropa, maquillaje, el póster que tenemos en la oficina o por palabras sueltas que captan en conversaciones. Lo cierto es que poca gente presta atención a lo que hacemos, después de todo, es nuestro asunto. Pero la vida es una obra de teatro, y el mundo nuestro escenario. Pocas personas nos conocerán realmente, pocas personas darán significado a nuestra personalidad. Las demás son simples espectadoras, solo nos verán un momento, compartiran un espacio sin realmente conocernos, y el único en el mundo que sabrán si la regamos, si nos equivocamos, si somos dignos de un aplauso o una rechifla, es nuestro YO.

Así como el actor es el único que sabe si improvisa o sigue el texto, el es el único que sabe si su risa muestra su felicidad o la saca de lo profundo de una tristeza, si los ojos de enamorado, son para quien tiene enfrente o los suspiros viajan, cruzando distancia y tiempo. Para los que disfrutan de la obra, solo ven, lo que quieren ver. A final de cuentas, el que más disfruta de un montaje actoral, es el actor mismo, los demás, solo vemos lo que queremos ver.


Bendiciones.

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