25 abril, 2010

¿Hace cuanto que no rezas?



Hace un rato, en mi correo encontré un mensaje de una de mis tías, era una oración a San Charbel. Leí la oración en silencio. Y me puse a pensar ¿hace cuanto que no rezo?

Rezar va más allá de ir a misa y repetir como perico lo que dice el sacerdote. O incluso es más que repetir como merolico y sin parar oraciones al levantarse, acostarse, antes de comer. Palabras que ha fuerza de repetición y de costumbre sabemos de memoria y repetimos cuando se debe o cuando es correcto o cuando nos acordamos.

Rezar, el verdadero acto de ponerse en contacto con el cielo y hacer peticiones va más allá. Y no es el inclinar la cabeza en estado de total sumisión o pidiendo perdón por actos que uno no realiza.

Antes que nada, para rezar, uno debe estar consciente de que es un simple bichito. Una mota de polvo recorriendo el universo en una piedrita. Todo esto, lo resumen los grandes en una palabra: "Humildad". Humildad al reconocer la grandeza del universo y la pequeñez de un solo ser. Ante este solo acto, las piernas flaquean y es necesario ponerse de rodillas, no por sumisión, no para pedir perdón. Es necesario estar de rodillas ante la embargante realidad de saberse, metafóricamente, una nada en el universo.

En ese momento, una vez reconocido la inmensidad del universo, llega a nosotros el sentimiento de que algo o alguien, esta dispuesto a escuchar. Entendemos a que se refieren con la palabra "Dios". Y entonces damos voz a aquello que nos preocupa. Pedimos, encomendamos o agradecemos. Cuando terminamos con un buen rezo, sentimos que alguien esta a nuestro lado y que escucho lo que dijimos.

Mi abuela siempre me decía que hay que pedir por los demás cuando rezamos. Y para hacer eso, hay que poner nuestros intereses y problemas a un lado y pedir por la otra persona. Cuando hacemos esto, a veces, llegamos a entender que nuestros problemas, no son tan grandes y que tienen solución. Esto sucede porque reconocemos que, como nosotros hay miles de personas que sufren. Personas agobiadas por situaciones que escapan a su control. Y en ese reconocimiento, llega la luz, de que nuestros problemas también se pueden solucionar.

No esta demás, después de terminar de rezar, agradecer el ser escuchados. La sensación después de una buena oración, es tan familiar que dan ganas de repetir infinidad de veces.

¿Hace cuanto que no rezo así? Mucho, demasiado para lo que he vivido en estos años. Porque como muchos, solo he rezado cuando lo inevitable se cruzó en mi camino.

Saludos a todos, y muchas bendiciones.

Imagen tomada de Apostolado Eucarístico Mariano

2 comentarios:

Pilitaale dijo...

Creo que mas que rezar... es mejor tener una relación con Dios... conversar con él... se siente mas cercano... como un amigo...
=D

Athkiel dijo...

Hola, Ale. Entiendo perfecto a que te refieres.
Sin embargo, yo difiero un poquito. A mi si me gusta platicar con Dios, y no tanto rezar. Que yo las veo como cosas distintas. Pero no veo a Dios como un amigo, porque Dios no es un amigo, Dios es el ser que conoce cada átomo de tu ser y les dió el orden en el que deben estar. El es nuestro creador, y como tal merece ese respeto. Cuando siento la necesidad de hablar con un "igual" pero más elevado, platico con Jesús a quien considero un hermano mayor, en todos los sentidos.
Bendiciones =)